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28 enero, 2016
Lo Inédito sobre los Evangelios
24 febrero, 2016

Revista Mes de Febrero

“Hijo, ¿por qué nos has tratado así?”
Año XIV, nº 151, Febrero 201
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Sumario

1.- Escriben los lectores.
2.- Fidelidad dentro de la niebla (Editorial).
3.- La voz de los Papas – Un mandato para servir.
4.- Comentario al Evangelio – Lucha y gloria nos son
ofrecidas por Dios.
5.- ¿Dios existe?
6.- Cuando el sol parece que se esconde…
7.- Heraldos en el mundo.
8.- San Gregorio de Narek – El arte de conversar
con Dios.
9.- El sacrificio por excelencia.
10.- ¿Sabía usted…
11.- Sucedió en la Iglesia y en el mundo.
12.- Historia para niños… Joya… ¿o reliquia?
13.- Los santos de cada día.
14.-
Inocencia y contrición.



Un mandato para servir

La potestad de enseñar, en la Iglesia, implica un compromiso al servicio de la obediencia a la fe. El Papa no es un soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad son ley.



Comentario al Evangelio – II Domingo de Cuaresma

Lucha y gloria nos son ofrecidas por Dios

La vida del hombre transcurre en un valle de lágrimas, donde el sufrimiento siempre está presente. Para sustentarnos en medio de la lucha, Dios nos muestra, a través de gracias sensibles,
el grandioso fin al que hemos sido destinados.

Para leer el artículo completo
¡Haga clic aquí!


Cuando el sol parece que se esconde…

Al igual que sucedió con la Virgen y San José, hay momentos en nuestra vida en los que tenemos la sensación de que hemos perdido a Jesús… ¿Cómo lo encontramos?



El sacrificio por excelencia

Todos los pueblos, de las más diversas religiones y épocas, han ofrecido sacrificios, dada la condición humana de exilio en esta tierra.
No obstante, un único sacrificio destruyó
el pecado y la muerte, abriendo
las puertas del Cielo…


Joya… ¿o reliquia?
Santiago no se impresionó con la cándida narración del niño. Con un gesto violento le arrancó la cruz de sus manos, mientras vociferaba: “¡Esto es de tu padre!”



 

Tú me llamas:
Maestro, y no me obedeces;
Luz, y no me ves;
Camino, y no me sigues;
Vida, y no me deseas;
Sabio, y no me escuchas;
Amable, y no me amas;
Rico, y no me pides nada;
Eterno, y no me buscas;
Justo, y en mí no confías;
Noble, y no me sirves;
Señor, y no me adoras;
Si te condeno,
¡no me culpes!

(Inscripción antigua de la catedral de Lübeck)

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